(08 DE ABRIL, 2024) Por J. Jesús Esquivel.
Luis y Eduardo
Washington – El sexenio del presidente Andrés Manuel López Obrador está viviendo sus últimos meses y las incógnitas sobre dos casos específicos de corrupción siguen en la opacidad dentro de la Fiscalía General de la República (FGR) de Alejandro Gertz Manero.
Las promesas de políticos y gobernantes se las lleva el viento, y las almas podridas son leña verde en las fauces del Averno donde impera la ley del sagradísimo Chamuco, como declaman mis padrinos.
¿Se acuerdan de Luis Videgaray, el eterno aprendiz de canciller? ¡Claro que lo recuerdan! ¿Y de Eduardo Medina Mora, a quien le quedó enorme la toga de ministro de la Suprema Corte de Justicia? ¡Por supuesto que es inolvidable este peculiar personaje!
De lo que ya se olvidaron en Palacio Nacional y en la FGR es de darle seguimiento a las supuestas investigaciones por presunta corrupción de los dos personeros y amigos de Enrique Peña Nieto.
La FGR de Gertz Manero hasta emitió una supuesta orden de aprehensión en contra de Videgaray, pero hasta ahora todo parece indicar que fue una descarada y simple llamarada de petate.
Nos quedamos en el supuesto de la apertura de una carpeta de investigación para rastrear el origen de las finanzas y riquezas de Medina Mora y nadie en la FGR dice esta boca es mía.
De Luis y Eduardo no hemos vuelto a saber nada, excepto que siguen disfrutando de la vida y de la bonanza que les dejó haber sido acólitos en uno de los sexenios presidenciales más corruptos de nuestra historia.
La falta de rendición de cuentas y cumplimiento de promesas son la base fundamental de la desilusión de los ciudadanos con las instituciones gubernamentales. Los compromisos y acuerdos en lo oscurito de nuestros gobernantes con políticos del pasado perseguidos por la sombra de la corrupción son esencia de lo que prometen erradicar: corrupción.
AMLO insistió en que sacudiría a México de todos los corruptos a quienes perseguiría con la ley en la mano. Luis y Eduardo, sonrientes. La pobreza enquistada en muchos lugares de México es la pus que brota de los casos de impunidad de exgobernantes y políticos corruptos.
La tranquilidad y riqueza que rodea a Videgaray y a Medina Mora son un privilegio inexistente en hogares de millones de mexicanos en los que no se sabe si alcanzará el dinero para pasar la semana y darles alimento y vestido a las generaciones venideras.
Tampoco se trata de afilar navajas políticas para gozo de unos cuantos. Exigimos justicia haciendo responsables de sus actos a los funcionarios públicos que deben rendir cuentas de lo que presuntamente estaban investigando bajo la bandera de la lucha contra la corrupción.
La historia se escribe con hechos; Luis y Eduardo la están redactando.